El Señor del tango
El Señor del tango es, como pocas veces encontré en la literatura -mucho menos en la novela histórica- una novela sobre el azar. Las fortunas, los encuentros, los desencuentros, las oportunidades y el folklore, digamos del tango, digamos de uno de sus héroes: Carlos Di Sarli.
Darío, el narrador, desde el siglo veintiuno, se acerca al lecho de muerte de su abuelo y recibe, de sus manos, una herencia inesperada: su caja de recuerdos. Con ella, luego, podrá llorar dos veces a quien fuera casi un amigo: porque deberá volver a conocer a quien no sabía realmente quién era. Sus vivencias, sus influencias, sus amistades: Carlos Di Sarli, entre ellas. Entonces, a través de su abuelo, Darío perseguirá el fantasma del Señor del Tango, y lo buscará en rincones perdidos para muchos, enterrados para otros.
El Señor del Tango tiene la suerte -si algo le faltaba a Di Sarli, para algunos, era suerte- de poder leerse como Rayuela, siguiendo el orden del narrador u ordenando los años que saltea el primer orden. Y tiene la suerte, también, de hermanarse con Cinema Paradiso, entre otros, porque lo emotivo de ningún modo estará por debajo del juego con lo histórico. (Luis Mey).
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